Blogia
Desde la Giralda

Naufragio

Un hombre de negocios, después de mucho tiempo sin tomarse unos días de vacaciones, decidió realizar un crucero por el Caribe, para relajarse y olvidarse de los problemas.
La primera semana de navegación fue perfecta. Se levantaba pronto, paseaba por cubierta,
tomaba el sol, y participaba en todas las actividades que se ofrecían en el barco.
El trabajo estaba casi olvidado.
La desgracia fue, que una noche estalló una fuerte tormenta que con el paso de las horas se
convirtió en huracán, y que finalmente hizo zozobrar el barco, hundiéndolo.
Nuestro hombre consiguió aguantar en medio del oleaje agarrado a un salvavidas, y cuando la
tormenta cedió, se encontro en las cercanías de una hermosa isla, llena de palmeras plataneras y cocoteros.
A base de plátanos y cocos, sobrevivió varios meses, y cuando ya tenía perdida toda esperanza de volver a ver a otro ser humano, un buen día observó asombrado cómo se acercaba una pequeña balsa, tripulada por una joven y guapa mujer.

-Vivo al otro lado de la isla -le dijo-. Supongo que tú también serás superviviente del
crucero en el que viajaba yo.

Sí -contesta el hombre-. Pero... Dime. ¿Cómo has hecho para construir esa balsa?.

-Extraje el látex de algunas plantas, y con árboles de eucalipto... -contestó la joven.

Él, admirado, le dice:
-Pero... ¿Qué herramientas usaste?


-Encontré unas rocas muy raras, y se me ocurrió ponerlas al fuego. Al calentarse producen
un metal muy moldeable, con el que se puede trabajar muy fácilmente. Conseguí así las herramientas.

La chica, mientras hablaba, miraba a su alrededor.
-Oye. ¿Dónde vives tú? No veo por aquí ninguna construcción para protegerte.
-No hay ninguna -dijo sencillamente el hombre- Me he protegido debajo de las palmeras.

-Anda, sube -dijo la muchacha, señalando la balsa- Te invito a mi choza.

Cuando llegaron al otro lado de la isla, el hombre observó asombrado la perfección con que
la chica había construído la choza.

-¿Quieres tomar algo? -le ofreció ella.

-No, gracias. Estoy ya saturado de tomar agua de coco -respondió él.

-No es agua de coco normal -rió ella-. He construído un pequeño sistema de destilación, lo
macero con piña, y lo que te ofrezco es auténtica piña colada.
Mientras tomaban los refrescos, la mujer lo miraba con curiosidad.

-Oye. ¿Tú siempre has llevado la barba así de crecida?.

-No, no -respondió él-. Siempre me ha gustado ir bien afeitado... Pero aquí, en la isla, no
he tenido ningún instrumento para hacerlo...

-Pues ahora sí puedes. He fabricado un instrumento con el que me depilo las piernas, y
también podrás tomar un baño templado, con un sistema que he ideado. Pasa al interior y verás.

Se afeitó perfectamente con un aparato hecho de gruesas espinas de pescado, y una concha
muy afilada. Y se bañó en el agua templada que salía de un tubo que atravesaba la pared de la choza.

Cuando salió, limpio y afeitado, la joven lo miró con una sonrisa de complacencia. Le
indicó que se arrellanara en una hamaca de su creación, y le dijo:

-Ahora mismo vuelvo. Me voy a poner algo más cómodo para la noche.

A los pocos minutos regresó. Llevaba puesto un bonito dos piezas, confeccionado con hojas
de palmera trenzadas.
Se dirigió al hombre -que ahora estaba medio adormilado despues del relajante baño-, con
una radiante y pícara sonrisa.

-Oye, después de todo este tiempo que has estado solo... ¿No te gustaría hacer algo que no
has podido hacer, y que tanto nos gusta a los hombres y a las mujeres?.
Nuestro hombre abrió los ojos con asombro. Se incorporó de golpe, y presa de la emoción,
dijo:

¡¡¡NO ME DIGAS QUE HAS IDEADO UN SISTEMA PARA CHATEAR POR INTERNET!!!

1 comentario

Carlos Martinez -

Hijo por dios, que pena de hombre.jeje je je